viernes, 30 de agosto de 2019

Capitulo 1 - Historia de la Gastronomía

HISTORIA DE LA GASTRONOMÍA


PRIMERA ERA


El hombre, como especie animal, al igual que las otras especies que le rodeaban comenzó su historia como carroñero y recolector, para posteriormente pasar a ser cazador y recolector. El hombre primitivo conocía unas cuatro mil especies de vegetales comestibles, aunque la alimentación era más bien carnívora, incluyendo moluscos marinos en las zonas costeras. Esto le permitió tener un sistema digestivo menos complejo que el de los herbívoros, en los que gran parte de la energía se dedica a la digestión. Una dieta primeramente carnívora permitió que la energía se canalizara en otra línea evolutiva desarrollando un cerebro muy superior al de las otras especies. Esto le permitió la utilización de herramientas: primero palos, huesos y piedras, y posteriormente, la evolución de estas en forma de lanzas, hachas, etc.


EL PASTOREO



El pastoreo fue la evolución del seguimiento por parte del hombre de los rebaños salvajes en busca de pastos frescos. Dentro del pastoreo habría que distinguir dos fases:


  • Primera que consiste en el pastoreo trashumante. La trashumancia consiste en el seguimiento de predadores de las manadas. Con el tiempo el hombre comenzó a servirse de perros lobo amaestrados para arrinconar y perseguir a las manadas de herbívoros.


  • Segunda, mucho más evoluciona que consiste en el pastoreo sedentario. El pastoreo sedentario es indicativo de una mayor evolución, ya que para poder manejar a un rebaño no solo había que crear un reducto del que no pudiera escapar, sino que, además, había que protegerlo contra otros depredadores y proporcionarle alimentación y agua.


La actividad pastoril permitió al hombre seleccionar aquellas especies que fueran más apetecibles para comer y aquellas más dóciles para el pastoreo. Esto fue el inicio de la selección de las razas ganaderas.


EL FUEGO



Todos los autores coinciden en que la cultura humana y, por ende, la historia de la cocina, comienza con lo que podríamos denominar domesticación del fuego, hará un millón y medio de años. El hombre, al igual que muchos animales, conocía las transformaciones provocadas por la acción del calor en la carne, frutos y otros vegetales, pero su manejo constituiría el avance más significativo de su historia. El fuego apareció de forma accidental y arrasa campos y bosques. Son muchos los animales que, tras la devastación provocada por un incendio, buscan, en el suelo desnudo y desprovisto de protección vegetal, animales muertos, frutos, semillas, leguminosas, tubérculos, raíces, etc. También el calor y el humo provocado por el fuego hacían que la carne durase más y no se descompusiera con la misma facilidad que lo hacía la carne cruda. El fuego también provoca pavor entre los animales, que huyen despavoridos ante la presencia del mismo. Todo ello da al fuego una serie de propiedades, cuyo dominio marcó un punto de inflexión que marcó la diferencia del hombre frente al resto de los animales.

  • El fuego transformaba el sabor de los alimentos haciéndolos, en muchos casos, más apetecibles y digeribles.
  • Prolongaba la durabilidad de algunos alimentos sin que se estropearan con la misma facilidad que cuando están crudos, ya que la conservación de la carne cocinada frente a la cruda es siempre mayor. También, y seguramente de forma accidental, la desecación y el ahumado, por contener agentes bactericidas, se convirtieron en formas de conservación que han perdurado hasta hoy.
  • El fuego,por la acción del calor, hacía que organismos patógenos, muchas veces presentes en los alimentos como la salmonella, la listeria o la triquina, resultasen inocuos.
  • La utilización del fuego en la fabricación de útiles mejoró la dureza y la maleabilidad de la madera y del fraccionado y tallado de huesos y piedras.
  • El fuego se utilizó como instrumento de caza. La quema, más o menos controlada pastos y bosques, conducía a los animales a puntos en los que podían despeña caer en trampas, etc.



Comienza el concepto de comensalidad. El clan o la tribu crea una serie de comportamientos sociales alrededor del fuego que marcarán la evolución de la especie.


EL AGUA


La utilización del agua en combinación con el fuego supuso un cambio de los hábitos alimenticios. Aparecen dos tipos básicos de alimentos:

  • Las tortas, que eran un tipo de pan ácimo elaborado a partir de una masa de cereales molidos y agua, tostados sobre una piedra calentada.
  • Las gachas, que eran una pasta similar, pero cocinada en un recipiente, lo que es signo de una mayor evolución. En el Neolítico ya existían las clases sociales dentro del clan o la tribu.



Esto se traducía en que los de más bajo nivel social eran los últimos en acceder a la comida. Serían las primeras formas de protocolo a la hora de sentarse a la mesa. 


LA AGRICULTURA



La agricultura supuso una de las mayores revoluciones en la historia de la humanidad. Los historiadores sitúan el desarrollo de este proceso en el período que va entre el 10.000 y el 5.000 a. de C. El paso de recolector a agricultor es un salto poco entendible. El hombre primitivo era nómada, cazador y/o ganadero, y recolector, y conocía las especies comestibles y su ciclo vital. Los lugares primitivos en los que datan los primeros cultivos eran zonas con climas y nichos ecológicos en los que no debía escasear el alimento. Para los primeros agricultores parece que el cultivo de la tierra ofrecía más inconvenientes que ventajas, porque las especies cultivadas eran menos nutritivas que las silvestres, requerían un trabajo, un mantenimiento y una recolección que ocupaba gran parte del día y no dejaba tiempo para otras actividades. Además, normalmente se convertían en dependientes de un solo alimento básico (maíz, cebada, arroz o trigo), lo que les proporcionaba una dieta desequilibrada y corrían más riesgo de enfermedades y hambrunas. La caza pasaba a ser parte de los poderosos y la agricultura fue relegando, a quienes la practicaban, a una posición social más baja. Está probado que las clases cazadoras y recolectoras eran las mejor alimentadas y las menos tiempo dedicaban a su actividad, mientras que los agricultores estaban peor alimentados, sometidos a más enfermedades, caries dentales, hambrunas; mientras que en tiempos anteriores las hambrunas eran casi inexistentes y la salud y la nutrición eran mejores.

Por otro lado la agricultura, con el tiempo, fue dando ventajas al poder producir excedentes para la alimentación de animales y poder dedicarse la población a otras actividades como la construcción de numerosos monumentos que suponían más trabajo para la población, más diferencias sociales y más tiranía. Las pirámides de Egipto, las edificad mayas o la Gran Muralla China fueron posibles gracias a que una parte de la población producía para aquellos que tenían que dedicarse a otras labores. Pero no todo fueron desventajas para el ser humano. La selección de las variedades, mejoras en los sistemas de cultivo y de recolección han traído hasta nuestros días unos productos y un rendimiento de los mismos impensables en épocas pretéritas.

Los historiadores consideran el dominio de la fermentación como otra fase importante en la evolución de la alimentación humana. Con la fermentación por la acción de enzimas y levaduras se consiguió la elaboración del pan, los quesos, la cerveza o el vino, todos ellos con una importante carga de simbolismo en las distintas culturas. Parece ser que la elaboración del queso está documentada en el arte cavernícola desde el séptimo milenio antes de Cristo, por lo que se espera que su descubrimiento sea anterior. 


EL ANTIGUO EGIPTO



En el Antiguo Egipto ya aparecen distintos tipos de panes y de cereales. La base de la alimentación eran los dátiles, los cereales y, ocasionalmente, los pescados. A los egipcios les debemos dos de los grandes pilares de la alimentación mediterránea: el pan, hecho con levadura y la cerveza, que, aunque su descubrimiento se deba a los sumerios, los egipcios generalizaron su consumo. Creta y Chipre son unas importantes metrópolis costeras y se convierten en centros de distribución del comercio mediterráneo a través del mar. Al principio, los primeros contactos con pueblos más primitivos sirvieron para las transacciones comerciales; después se convirtieron en una colonización, lo que llevó a difundir su civilización y sus formas de vida.


EL IMPERIO ROMANO



Roma lleva su cultura por todo el Imperio e impone su ideal de ciudad, un núcleo urbano rodeado de tierras cultivadas que sirven de abastecimiento básico de la ciudad. Los romanos, además, contaban en sus escritos cómo se veían a sí mismos y cómo veían a los demás. Esto nos da una idea de la alimentación que tenían. Los productos básicos eran la harina, el pan y el aceite. Construyeron vías de comunicación por todo el Imperio y mejoraron los sistemas de cultivo con el arado y primitivos sistemas de regadío. También comerciaron con nuestras frutas, mejorando las variedades (ya se realizaban injertos) y mejoraron la elaboración del vino.

También trajeron las especias, a las que eran muy aficionados. En las costas andaluzas crearon unas factorías pesqueras dedicadas principalmente a la captura del atún. Roma quería para sí los mejores productos, traídos de todas las partes del mundo, aunque esto, como es natural, solo estaba al alcance de las clases pudientes. La civilización romana creó los binomios campo-ciudad y ricos-pobres.


En la ciudad, los nobles ricos y sus sirvientes tenían acceso a los mejores productos y en sus casas se llevaban a cabo ostentosos banquetes, con productos exóticos o muy apreciados por su elevado precio, por su rareza o por su escasez. No tenían una cocina refinada, sino platos exageradamente acompañados y condimentados. Les gustaba acompañar los guisos con miel, dátiles, mostaza, vinagre. El garum era uno de los condimentos más apreciados; era una pasta elaborada a base de las tripas de caballas fermentadas al sol y dejadas secar, que se mezclaba con salmuera, hierbas aromáticas, vinagre, etc., y se utilizaba en numerosas elaboraciones. Mientras, en el campo, la comida se componía de papillas o gachas de harina, trozos de pescado salado, frutas de la temporada, higos frescos o secos, guisos de hortalizas como coles, acelgas, e incluso ortigas, castañas y otras verduras y frutas silvestres.

El libro de cocina más antiguo conocido en la cultura occidental es «L'Ars Magirica», conocido como «De Re Cocquinaria», de Apicio. En él se recogen los fundamentos de la cocina romana. Los historiadores sitúan esta obra en torno el año 91 a. de C. y el 192 d. C. Los romanos no eran aficionados al consumo de carne, pero con la entrada del cristianismo se empieza a extender su consumo, aunque también había épocas de vigilia. La carne representaba lo mundano y el pan y las frutas la espiritualidad. 


LOS PUEBLOS BÁRBAROS  



Para los griegos, los pueblos bárbaros eran todos aquellos no incluidos en su civilización. Más tarde, los romanos adoptaron esta misma denominación para aquellos pueblos ajenos al Imperio: godos, suevos, francos, vándalos, alanos, germanos, etc. Eran pueblos rudos. Algunos eran nómadas (en mayor o menor grado) y otros eran obligados a asentase en territorios propicios, a veces impuestos por los propios romanos. Eran cazadores, ganaderos y recolectores, cuando no guerreros y expoliadores. Aquellos que practicaban lo agricultura, lo hacían de un modo muy rudimentario, cultivaban avena, cebada y, más tarde, el trigo. Aprendieron las técnicas de panificación y elaboraban distintos tipos de cerveza. Los galos dominaban el arte de salar y ahumar las carnes, sobre todo de cerdo, elaborando jamones muy apreciados en Roma. El cocinado de las carnes consistía en colocar las piezas en un palo y calentarlas al fuego o directamente sobre las brasas, acompañadas con un poco de pan y abundante cerveza. En las zonas fluviales o costeras, los pescados también formaban parte de la dieta.


LOS VISIGODOS EN ESPAÑA



Con la caída del Imperio Romano sobrevino la invasión de lo que había sido el Imperio por parte de los hunos, ostrogodos, suevos, vándalos, alanos, etc. Se dedicaron a conquistar, saquear y arrasar los territorios. Luchaban entre ellos sembrando el caos y la destrucción por donde pasaban. Finalmente, los visigodos, un pueblo con influencias de la cultura romana, se asentaron sobre los territorios de la Península Ibérica. En el año 589 el rey Recadero abrazó el catolicismo, lo que determinó la unidad religiosa del reino. Los visigodos mantuvieron las instituciones del pueblo hispanorromano, sobre todo la iglesia. Con la llegada de los visigodos se produjo una vuelta de la gente al campo, lo contrario que pasó con la roma- nización; las gentes preferían el entorno rural donde se podía llevar una vida al aire libre con tiempo para la caza. En la Hispania visigoda se comía lo mismo que en la época romana. Los cereales eran la base de la alimentación y se empleaban para elaborar papillas, gachas con legumbres y harina, y diversos tipos de panes. Su afición por la carne les hacía tener, en orden de importancia, cerdos, ovejas y vacas, además de aves cebadas. Al igual que otros pueblos bárbaros, no se acostumbraron al aceite de oliva y preferían las grasas de origen animal. En el huerto se cultivaban fundamentalmente puerros, habas, guisantes, lentejas, garbanzos, altramuces, lechugas, achicorias, acelgas y calabazas. Se les atribuye la introducción de las alcachofas, las espinacas y el lúpulo. Además, numerosos árboles frutales aportaban melocotones, ciruelas, peras, nísperos, cerezas, etc. En los conventos se rendía culto al buen comer. En ellos se recogían recetarios escritos en pergaminos, que eran las recetas de la época sujetas a las Ordenes en las diversas épocas del año.


LOS ÁRABES



La invasión árabe de la Península tuvo lugar entre los años 711 y 718 d. C. Trajeron consigo unos sistemas de riego que modernizaron el campo, llevando una mayor prosperidad al pueblo. Se especializaron el cultivo del trigo y el olivo, que gozó de reconocida fama, así como de cítricos, frutales hortalizas. Las uvas eran una de las frutas preferidas. Se consumían frescas o convertidas en pasas y, pese a las prohibiciones del consumo del vino en la cultura islámica, existía activo comercio del mismo. El ganado ovino tenía una gran importancia, y tenían muchas formas de cocinar el cordero. El cerdo era considerado como un animal inmundo y despreciable, prohibido por su religión; sin embargo, los mozárabes seguían criándolo y consumiendo su carne. Los dulces dejaron una gran huella en nuestra cultura; la utilización de miel y la almendra daban una repostería muy reconocida. La pasta, según Néstor Lujá fue traída de Asia Oriental por los árabes, que la llevaron tanto a España como a Sicilia en tiempos anteriores a Marco Polo. La pasta también tardó en ser asimilada por la población, aunque en el libro de Ruperto de Nola ya se recoge una receta de fideos.


LA EDAD MEDIA



Los métodos de cocinado en la Edad Media eran limitados. No se tenía dominio de cocción de las hortalizas, por lo que se cocían breve mente, también para ahorrar leña, resultaban poco apetecibles e indigestas. Las carnes, según se indica en las recetas de “Le Viander” (primer libro de cocina francés) atribuido a Taillevent, y publicado en el siglo XII, hervían antes de asarse; de esta manera se evitaba el mal sabor que podrían tener las piezas oreadas para su maduración, siempre a temperatura ambiente, a la vez que se prevenían las intoxicaciones alimentarias.

Esta práctica también puede encontrarse en algunas recetas del «Libro de Guisados, Manjares y Potajes o Libro de Cocina» (1529) de Ruperto de Nola, (editado primero en lengua catalana en 1477), aunque aparecen otras recetas en las que la carne se sofreía con tocino o manteca o se asaba directamente.



Esta práctica se mantuvo hasta el fin del siglo XVIII. En ambos libros se habla mucho de las especias, que distinguía la cocina de los ricos de la de los pobres. Hay que hacer ver que los libros de cocina de la época reflejaban lo que se comía en la corte, no en el pueblo. 


LA RECONQUISTA


La reconquista duró varios siglos, en plena Edad Media, y culminó en 1492 con la conquista de Granada. La expulsión de los judíos motivó que, aquellos que se convirtieran a la religión cristiana, hicieran alardes de utilización de productos del cerdo en su cocina; de ahí que una gran parte de la dulcería de origen árabe pasara a realizarse con manteca de cerdo. 


EL DESCUBRIMIENTO DE AMÉRICA



En ese mismo año, una expedición en busca de una nueva ruta a las Indias, dando la vuelta al mundo, bajo la teoría de que la tierra era redonda, dio con el descubrimiento de un nuevo continente. El descubrimiento de América supuso una nueva revolución en la alimentación humana. La codicia en busca del oro y otros tesoros no permitieron ver el verdadero oro de América: el maíz, la patata, las judías, el pimiento, el tomate, el café, el cacao, la caña de azúcar, etc. Son productos tan habituales en la dieta de hoy en día que cuesta imaginar la alimentación sin ellos. Como contrapartida, también se llevó allí el ganado vacuno, el caballo, las ovejas, las cabras, las gallinas y el cerdo, además de frutas y hortalizas. Fue un corto período histórico en el que en la cocina se fusionaron productos procedentes de los cuatro continentes conocidos y se desarrollaron unas cocinas que han perdurado hasta nuestros días. El posterior descubrimiento de Australia no tuvo, gastronómica mente hablando, ninguna aportación reseñable al resto del mundo.

Como ya hemos mencionado, el Descubrimiento de América trae el maíz, la patata, el tomate, el cacao, el pimiento, etc. El maíz se extiende rápidamente porque permite hacer pan. - Costó más introducir la patata, pero una vez introducida, se convirtió en la base de la alimentación. Esto provocó una malnutrición como consecuencia del desequilibrio en la dieta. Las gachas seguían siendo la comida de los pobres desde siempre. Con la incorporación de estos cultivos, en España se distinguen tres zonas: - España seca: se cultivaban la cebada y el trigo (para hacer panes) y las legumbres. - España húmeda: en la Cornisa Cantábrica destacaban el mijo, las berzas, los nabos, y en algunas zonas, el olivo y la vid. También cultivaban habas, que usaban para hacer gachas. Entra el pimiento y revoluciona la comida popular con el invento del pimentón, que se utiliza, además, como hortaliza. El tomate revolucionó también la cocina (para el gazpacho) aunque no lo utilizan las clases nobles. En Asturias se introducen las alubias. El maíz revolucionó los cultivos para paliar el hambre producida por el aumento de la población y se empleaba para pan y gachas. Aparecen también las empanadas. - España de la huerta: territorios de influencia árabe, por los cultivos. También se dan pescados del Mediterráneo. De aquí surgen, en su momento, la paella y los cocidos, que son una derivación de la adafina que es un guiso judío para el Sabbat.


EL SIGLO DE ORO



El Siglo de Oro en España refleja una época de poder del Imperio español, con tierras en todas partes del mundo, aunque como en todas las épocas, hay pobres y ricos. Donde más empiezan a aparecer productos del Nuevo Mundo es en la corte, aunque poco a poco. Los monasterios también viven una época de esplendor y por sus cocinas fluyen todo tipo de alimentos para deleite de los monjes. Especial fama cobró el monasterio de Yuste, donde pasó sus últimos días el emperador Carlos I; pero también destacaron los de Alcántara, Montserrat, Ripio, las Huelgas, Silos, Guadalupe y muchos más. En este último se llegaban a dar hasta mil quinientas comidas diarias a los peregrinos que allí acudían. Del monasterio de Alcántara, las tropas francesas a cargo del general Junot sustrajeron un famoso recetario, que se envió como regalo a su esposa. Como anecdótico cabe recordar que, años después, Escoffier incluyó en «Le Guide culinaire» la receta del Faisán al modo de Alcántara; y curioso resulta comparar la tan afamada sopa de cebolla que hacen en Francia, si la comparamos con la extremeña sopa de canónigos (entendiendo el canónigo como figura eclesiástica), elaborada a base de capas intercaladas de cebolla y pan con un poco de queso, remojado con leche de cabra y dejándolo cocer largamente en el horno. De está época destacan las publicaciones del anteriormente referido «Libro de Guisados, Manjares y Potajes» (1529) de Ruperto de Nola, «Arte de Cocina, Pastelería, Bizcochería y Conservería» (1763) de Francisco Martínez Montiño y «El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha» 1609 y 1615 de Miguel de Cervantes. Este libro de aventuras caballerescas publicado en dos partes refleja los usos y costumbres de distintas clases sociales a la hora de comer. La olla podrida es el plato emblemático de la cocina española. El término «podrido» viene de poderío, y se traduce en un cocido en el que tiene cabida, cuanto más, mejor. Era el plato con el que se agasajaba a los dignatarios en las comidas de estado.


EL RENACIMIENTO




Durante el Renacimiento, España, poco a poco, fue perdiendo su poderío y fueron Francia e Italia las naciones dominantes en Europa. La cocina de los Medici (la cocina Florentina), es uno de los momentos áureos de la cocina en el mundo. Las mujeres y los hombres de los Medici contrajeron matrimonio con distintos personajes de otras partes de Europa y llevaron con ellos a sus cocineros, algunos de ellos chinos. La ancestral cocina china era de alta calidad. Se llevaron a sus cocineros y con los productos que encontraban iban creando el germen de las cocinas, la cocina francesa, la cocina italiana, etc. Las mejores cocinas se centran en el área mediterránea y en la cocina oriental, concretamente la cocina china. En las cocinas europeas se produce un refinamiento, tanto de las normas a la mesa, como de los medios en las cocinas y las nuevas elaboraciones. La repostería italiana goza de grandes maestros en el arte de las confituras, turrones, mazapanes y gelatinas. Pero la mayor aportación es en las formas; en la mesa aparecen más utensilios y ya no se comparten platos o cubiertos. Aparece el tenedor en la mesa y el comer con los dedos pasa a ser un acto grosero y de mal gusto, y se cambian las copas de plata o estaño por vasos o copas de cristal de Murano. Por otro lado, los productos del Nuevo Mundo son acogidos, primero en España y en Italia, antes de pasar a Francia. Las patatas, con vanos intentos de utilizarse en panificación, tardarán más tiempo en pasar a formar parte de la cocina francesa; sin embargo, el chocolate o el café causaron furor de inmediato.


EL SIGLO XVII



En el siglo XVII tiene lugar el nacimiento de la gran cocina francesa. Durante el siglo anterior, el comercio de especias aumentó y, por tanto, descendió su precio, lo que las puso al alcance de cualquier mesa burguesa y dejaron de ser un artículo de lujo. Ocurría lo mismo con los productos exóticos, con lo cual, la cocina tenía que reinventarse, cambiando en los siguientes aspectos:

  • Desciende el consumo de especias y productos exóticos.
  • Aumenta la complejidad en las elaboraciones con un refinamiento y perfeccionamiento de las técnicas.
  • Se amplía el concepto de salsas. Se perfeccionan las mismas y tienen un tratamiento aparte en los libros de cocina. Antes formaban parte del plato y se preparaban a base de vinagre y especias.
  • Se consigue una mayor perfección en las ligazones. Anteriormente, los majados y 1 migas de pan remojadas y las yemas eran los elementos de ligazón más comunes. Pero aparece el roux y la reducción por evaporación para espesar la salsa.
  • Aparecen los desglasados para la elaboración de jugos ligados para acompañar a los asados.
  • Se respeta el sabor de los alimentos, para que cada cosa sepa a lo que es.
  • Aparecen las mousses, como refinamiento extremo. El alimento se ingiere sin la necesidad de masticar, con la complicación que entraña el no disponer de trituradora ni medios de los que disponemos en la actualidad. Se hacían a base de tamiz y mortero.


Se incorpora un servicio cada vez más refinado, con todos los platos servidos a la mesa en un orden muy preciso, al igual que se da gran importancia a la disposición de los comensales. En esta época se publica «L'Art de bien traiter», cuyo autor se esconde bajo las siglas L.S.R. En este libro se explica cómo debe ser una cocina y el equipamiento que debía tener. Incluye algunas recetas de cocina, que aunque sin medidas, cuida los procesos con finura y sencillez en los aderezos.

                                                     

EL SIGLO XVIII



El siglo XVIII se populariza la patata gracias a Antoine-Auguste Parmentier, lo que ayudó a que se superaran las hambrunas de la época y a que hoy forme parte de nuestra alimentación. Es también en este período de tiempo cuando se empieza a denominar las nuevas creaciones con los nombres de huéspedes, personajes ilustres o miembros de la nobleza. A mediados de siglo surge la aparición de los restaurantes. Desde la Edad Media existían fondas, mesones y tabernas donde se podía comer, pero el concepto de restaurante surgió en Francia allá por 1756, donde un tal Boulanger abre un establecimiento en París, cerca del Louvre, donde sirve comidas.

El término restaurant viene de los caldos sustanciosos que «restauraban» a quien los tomaba. Como no tenía la condición de traiteur no podía servir potajes, pero en su lugar servía aves, huevos, etc. El servicio era en pequeñas mesas, lo que otorgaba cierta privacidad. Esto lo diferenciaba de las mesas comunes que podían encontrarse en otros establecimientos anteriormente referidos. Este tipo de negocio empezó a imitarse y se abrieron restaurantes en sitios próximos a zonas de ocio y esparcimiento. Los precios también eran más elevados, por lo que acudir a un restaurante daba cierto toque de distinción, ya que a ellos no asistían las clases populares. Paralelamente a ellos aparecen los cafés, en donde, además de cafés y chocolates, se servían pasteles, bebidas frías y sorbetes, y que admitían a las mujeres.


EL SIGLO XIX 



Con el comienzo del siglo XIX empieza la edad de oro de la gastronomía francesa. En su origen están aquellos cocineros que sirvieron a la aristocracia antes de la Revolución Francesa (1789).

Los cocineros que antes estaban al servicio de la nobleza se ven en la disyuntiva de seguir a sus amos al exilio, de pasar al servicio de la emergente burguesía o de abrir su propio restaurante.
Aquellos que eligieron salir al extranjero ayudaron a difundir las formas y el refinamiento de la cocina francesa.
La opción de pasar al servicio de las clases burguesas, muchos de ellos nuevos ricos que gustan de la buena vida, ofrece una buena manera de seguir ejerciendo dignamente la profesión. Pero la gran revolución fue la proliferación de los restaurantes.
Estos nuevos ricos acudían con presteza a ellos, pero claro, no todos ellos conocían las reglas de la gastronomía aristocrática, el buen uso de los manjares, la elección de los vinos, las maneras a la mesa, etc. Esto dio con la aparición de la literatura gastronómica de la mano de Alexandre Balthasar que escribía bajo seudónimo de Grimod de la Reyniére. ( «Alman des Gourmands», “Jurados degustadores”, «Manuel des amphitryons») Por otro lado, surge la figura de Jean-Anthelme Brillat-Savarin, filósofo, músico y jurista, que completó su formación con estudios de química y medicina. Si Grimond de la Reyniére abrió el camino a la literatura gastronómica, Brillat-Savarin encaminó su trabajo a relacionar la cocina con la ciencia, recurriendo a sus conocimientos de medicina y de química. «Fhysiologie du goút» (1825) se publicó dos meses antes de la muerte de su autor, y su éxito fue inmediato. 




LA GUÍA MICHELÍN



En 1900 tuvo lugar en París la Exposición Universal. Se regala, a los pocos poseedores de un automóvil, 400 ejemplares de una guía de carreteras de Francia en la que figuran lugares en los que repostar, reparar el vehículo (principalmente los pinchazos que frecuentemente se producían por los clavos desprendidos de las herraduras de los caballos), telefonear, enviar cartas y telegramas, y comer y dormir. Esta guía era el sistema de promocionar los novedosos neumáticos con cámara creados por la marca «Michelín». Poco después, esta guía, con el nombre de la marca de neumáticos, fue profesionalizándose para dar información más exhaustiva de los servicios de hoteles y restaurantes. Comenzó así a utilizar su clasificación con estrellas, convirtiéndose en una autentica guía gastronómica, que se extendió a otros países; simplemente, figurar en dicha guía representa estar dentro de una élite de hoteles y restaurantes.


EL SIGLO XX



El comienzo del siglo xx está marcado por los métodos de ESCOFFIER. Escoffier reestructura la cocina clásica, adaptándola a los imperativos de la clientela de la época. Con él desaparecen los zócalos, se suprime el trinchado en la sala, simplifica las decoraciones y crea numerosos platos. Escoffier aumenta la complejidad del sistema de salsas, haciéndolas más especializadas:
  • velouté de ave
  • velouté de ternera,
  • velouté de pescado, lo que multiplica el número de salsas. Aparecen también las pequeñas salsas, de las que nacen a su vez más salsas.

Se impone el respeto al sabor del producto. Con él desaparece el gran fondo o la bresa que servía para todas las carnes; de esta manera, la caza tenía su fondo de caza, cada plato de pescado, su fumet del mismo pescado, etc. Las guarniciones pasan a formar parte de la denominación del plato. Entonces, un producto, acompañado con unos elementos de guarnición determinados y una salsa concreta, tiene una denominación que lo identifica. Se realiza una estandarización de la cocina. En 1901 publica una obra que sería referencia en la cocina, la «Guide culinaire». En 1914, T. Gringoire y L. Saulnier publican «Le Répertoire de la Cuisine», una guía que recoge, de manera telegráfica, alrededor de 7.000 recetas, que indica los ingredientes que las forman con un orden lógico y natural, con un vocabulario profesional y explica las técnicas de una forma que puedan interpretarse sin esfuerzo. No se trata, según los autores, de una obra definitiva, sino que está abierta al devenir próximo de la cocina. Está dedicado a Auguste Escoffier como maitre de la cuisine moderne. La vida cosmopolita, la industrialización y la indiferencia de la clase burguesa llevará a una simplificación de la cocina. Pero, en la campiña se mantenía la cocina popular francesa. 

HOY EN DÍA...




Los adelantos tecnológicos surgen uno detrás de otro: la generalización de la conservación por frío en los ámbitos profesionales y domésticos, la minipímer, la cocción al vacío, los robots de cocina, las cocinas eléctricas, de inducción, etc., son elementos que día a van modificando la organización y estructura de la cocina. Los medios de transporte, junto con los adelantos en los sistemas de conservación y distribución de alimentos, llevan a globalización de la cocina; hoy día podemos disponer de productos de cualquier parte mundo con total garantía de frescura.

  

LA NOUVELLE CUISINE



La Nouvelle Cuisine se produce como una revolución. Se dejan de lado las elaboraciones con exceso de grasa, demasiado sofisticadas e indigestas, y se busca lo natural, la simplicidad, la preocupación por la dietética. Se establecen los principios de la frescura de alimentos, los aderezos ligeros y la sencillez en las formas de cocción, desterrando las zonas con harina, el exceso de grasas y las mezclas pesadas. Esta corriente gastronómica, nueva ética en la cocina, producto de la línea de trabajo o del marketing de la cocina francesa, fue promovida por los críticos Henry Gault y Chistian Millau, para relanzar la cocina, de la mano de jóvenes chefs. El abanderado de la Nouvelle Cuisine fue Paul Bocuse, que siguió los postulados de los verdaderos pioneros de esta revolución, André Pic, Alexandre Dumaine y, sobre todo, Ferndinad Point.


EL EMPLATADO


En 1967 se produce un cambio en el servicio. Michel Gerard impone el servicio emplatado, a lo que se suman nuevas invenciones de platos por parte de cocineros que rompen con las reglas de la edad de oro de la gastronomía francesa: Michel Gérard, Joél Robuchon, Roger Verger, Michel Bras, Alain Chapel, Alain Duchase, Pierre Gaignair, Loiseau, Marc Veyrat, etc. han promovido el gran cambio en la cocina hasta nuestros días.



LA CUISINE DU MARCHE


Paul Bocuse es el autor de «La Cuisine du Marché», en donde mostraba su filosofía de trabajo, basando sus elaboraciones en lo mejor que encontraba en el mercado, elaborando sus menús sin nada preestablecido. Este libro se publica en España bajo el nombre «La Cocina del Mercado». Incluye un apéndice de un cocinero vasco, Juan Mari Arzak que, junto a los denominados «once magníficos», encabezaba la nueva cocina vasca. Estos cocineros intercambiaban recetas, técnicas, modos de trabajo, sin competencia entre ellos. Esto solo podría dar un resultado: el éxito de su cocina. El tirón de Arzak arrastró a nuevos cocineros que reinventaron las cocinas territoriales con lo mejor de cada región: Martín Berasategui, Pedro Subijana, Manuel de la Osa, Pepe Rodríguez, Adolfo Muñoz, Santi Santamaría, los hermanos Roca y muchos más que saldrían al final del siglo XX.

FERRAN ADRIÁ


Pero en algún momento surge Ferran Adriá, cuya cocina está en constante evolución. Rodeado de una enorme expectación mediática, cuenta con un gran equipo y utiliza técnicas innovadoras que lo han llevado a ser considerado como el número uno del mundo. El fenómeno Adriá ha creado escuela; toda su filosofía, sus técnicas y sus investigaciones están publicadas y puestas al alcance de todo el mundo. La reconstrucción, las espumas, los raviolis, las sferificaciones, las nuevas texturas, la utilización del nitrógeno líquido, aires, etc., han supuesto una revolución en las técnicas culinarias, con nuevos adelantos en la maquinaria y en las herramientas de cocina. Aunque la cocina de Ferrán es una cocina de vanguardia, una forma de puesta en escena muy cuidada de nuevas técnicas, y productos, no es un modelo a seguir, sino una fuente de la que tomar ideas y técnicas para convertir la cocina en lo que debe ser, un respeto por el producto más que por la técnica. Es lo que hemos visto a lo largo de toda la historia de la cocina: siempre se busca el mejor producto y lo demás es accesorio y variable a lo largo de la historia. La evolución nos ha llevado a la conclusión de que la cocina no es más que producto y técnica. Las etiquetas, modas y devaneos alrededor de una cocina son solo aditamentos pasajeros. Las próximas corrientes culinarias podrán basarse en los principios que quieran, pero si extraemos el final, tan solo nos quedará la búsqueda del mejor género y la aplicación de la técnica que sea más respetuoso con él.